Publicado: Noviembre 09, 2025
Por Alfredo Javier Perotti
Especialista en Comunicación y Turismo Inteligente
El turismo mundial está viviendo un punto de inflexión. Los datos del informe Tendencias Travel 2025 de Ávoris, empresa del Grupo Barceló, confirman lo que muchos ya percibimos en campo: el viajero se ha vuelto más exigente, más digital y más emocional. Quiere experiencias auténticas, personalizadas y sostenibles, pero no renuncia al confort ni a la tecnología.
El estudio revela que el 83% de los españoles viajó en 2024, con una media de 3,1 viajes por persona y un gasto superior a los años previos, a pesar de la inflación. El mensaje es claro: el viajero prefiere viajar menos, pero mejor. Busca calidad, significado y conexión humana.
La personalización como nuevo lujo
Dos de cada tres viajes se reservan online, pero las agencias tradicionales resurgen cuando ofrecen valor humano: asesoría, seguridad y diseño de experiencias auténticas. Nueve de cada diez viajeros valoran poder adaptar cada detalle a su gusto. Es el fin del “viaje enlatado” y el inicio del turismo hecho a medida, emocional y flexible.
Desde mi experiencia en Latinoamérica, especialmente en Perú y Argentina, este fenómeno se acelera. El turista internacional ya no quiere solo “ver Machu Picchu”; quiere sentir el Valle Sagrado, entender su energía, probar el maíz morado de un productor local, aprender una receta ancestral o caminar con un guía que le cuente su historia. Ese tipo de vínculo es el que fideliza.
Autenticidad, sostenibilidad y reputación
Ocho de cada diez viajeros europeos están dispuestos a pagar más por una experiencia sostenible. Sin embargo, el desconocimiento y el costo percibido siguen siendo barreras. América Latina tiene aquí una ventaja competitiva: la sostenibilidad no es una moda, es parte de nuestra identidad cultural.
El turismo comunitario en Cusco, las reservas naturales amazónicas o las rutas rurales en el norte argentino son ejemplos de sostenibilidad vivida, no maquillada. El reto es comunicarlo bien, con honestidad y evidencia, evitando el greenwashing.
El desafío de los destinos latinoamericanos
Mientras en Europa la madurez del mercado empuja a la especialización, en Latinoamérica todavía luchamos por digitalizar la base. Pero eso también es una oportunidad. Los destinos peruanos pueden saltar etapas si apuestan por inteligencia de datos, marketing de contenidos y estrategias de turismo inteligente.
No se trata solo de atraer visitantes, sino de gestionar comunidades turísticas sostenibles, donde la tecnología, la formación local y la narrativa digital trabajen en conjunto. En ese sentido, Perú tiene todo: territorio diverso, gastronomía globalmente reconocida y una autenticidad cultural que el mundo busca. Falta traducirlo en producto y relato digital.
Mirar al futuro con criterio
El informe de Ávoris cierra con una observación que comparto: el viajero busca sentirse parte, no espectador. Esa frase resume el turismo que viene.
Como profesional del sector, lo he visto en ferias internacionales, microregiones y destinos rurales: los que crecen no son los que más invierten, sino los que entienden al viajero y gestionan su experiencia.
El 2025 será un año de síntesis: tecnología con humanidad, sostenibilidad con rentabilidad y autenticidad con estrategia.
Ahí está la clave del nuevo turismo inteligente.
Enfoque directo